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lunes, 9 de agosto de 2010

Gato de la suerte

IMAG0028 Durante el siglo XVII, en la ero Edo, en la época de los señores feudales, existía en Tokio un templo que había conocido días mejores y que tenía serios problemas económicos y estaba semidestruido.

El sacerdote del templo era muy pobre, pero aún así, compartía la escasa comida que tenía con su gato Tama.

Un día, un señor feudal, un hombre de gran fortuna e importancia llamado Naotaka, fue sorprendido por una tormenta mientras cazaba y se refugió bajo un gran árbol que se encontraba cerca del templo.

Mientras esperaba a que amainara la tormenta, el hombre vio que un gato le hacía señas para que se acercara a la puerta del templo.

Tal fue su asombro que dejó el refugio que le ofrecía el árbol y se acercó para ver de cerca a tan singular gato.

En ese momento un rayo cayó sobre el árbol que le había dado cobijo.

A consecuencia de ello, el hombre rico se hizo amigo del pobre sacerdote, financió las reparaciones del templo y éste prosperó, con lo que el sacerdote y su gato nunca volvieron a pasar hambre.

Tras su muerte, Tama recibió un solemne y cariñoso entierro en el cementerio para gatos del Templo Goutokuji, y se creó en su honor el Maneki Neko o gato de la suerte, también llamado Zhaocai Mao en China.

Maneki procede del verbo maneku que en japonés significa "invitar a pasar" o "saludar". Neko significa "gato".

 

Hay más leyendas sobre su origen, pero ésta es la que aparece en la exposición "Fascinados por Oriente", en el Museo de Artes Decorativas (c/ Montalbán, 12, Madrid) hasta el 3 de octubre.