martes, 5 de enero de 2010

Séptimo cielo

Existen gran cantidad de teorías respecto al origen del séptimo cielo:
  • En la cultura hebrea existen siete islas, siete montañas, siete altares, siete pares de animales que Noé introdujo en el Arca y siete cielos.

  • En el cristianismo también tiene, el siete, un papel importante: siete virtudes cardinales, siete pecados capitales, siete sacramentos, siete dones del espíritu,... Además de aparecer en el Apocalípsis de Pablo una referencia a ese séptimo cielo

  • En la cultura musulmana se promete a los héroes las mayores recompensas en el séptimo cielo del más allá.

  • Los siete días de la semana se deben a que, en la antigüedad, se observaron siete cuerpos celestes cuya posición variaba: el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Cada uno de esos planetas daba vueltas alrededor de la Tierra en su propia esfera, orbe o cielo. Saturno sería pues el que recorre el séptimo cielo, el más elevado.

  • Dante, en su Divina Comedia, situaba en ese séptimo cielo (el de Saturno) el destino de las almas que se dedicaron en vida a la caridad y la contemplación.
En cualquier caso, en la actualidad, la expresión "estar en el séptimo cielo" equivale a un estado de felicidad plena.

Dejándose llevar por interpretaciones más exotéricas tenemos que el séptimo cielo "en hebreo se denomina ARABOTH y su príncipe regente es MIGUEL... aunque también lo rige CASSIEL. Es aquí donde se encuentra la morada de Dios y los espíritu de los seres humanos que no han nacido." (SitioHispano.com)

En el mundo de Juanita he encontrado también el origen de la expresión "el quinto pino" (de ordinales va la cosa):
A principios del siglo XX, entre dos calles muy famosas de Madrid había 5 pinos muy frondosos que formaban una fila perfecta. Según parece, los enamorados madrileños se escondían allí para besarse y abrazarse (lo que en aquellos tiempos no se solía hacer en público y por lo que los enamorados tenían que ir a un sitio lejano y poco concurrido para poder demostrarse su amor). De ahí viene el origen de la expresión irse al quinto pino, que era como irse a un lugar lejano a donde nadie llegaba.

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