viernes, 20 de mayo de 2011

Fahrenheit 451

Fahrenheit 451, un clásico más. Nada menos que publicado en 1953. Ray Bradbury comenzó a escribirla en 1950 en las máquina de escribir que se alquilaban en el sótano de la universidad de California (UCLA). Diez centavos por media hora. Fue en 1953 cuando al leer el relato, Ian Ballantine, le pidió al autor que lo llevara al doble de tamaño (novela) y lo publicaría. Bradbury volvió a armarse de monedas de diez centavos y acabó la novela donde había empezado, en las máquinas de escribir de alquiler de UCLA.

Se trata de uno de esos libros que hablan de un futuro antiutópico, un futuro en que todo funciona mal (como Un mundo feliz de Huxley o 1984 de Orwell). El género se denomina distópico.

En el futuro las casas son ignífugas y el cuerpo de bomberos ha cambiado por completo su misión. La cultura está prohibida puesto que provoca infelicidad en el ciudadano, conocer distintas posibilidades o leer sobre sentimientos lleva a la gente a pensar y pensar aleja la felicidad. Los bomberos se encargan de evitar que esto suceda quemando los libros. Su misión es acabar con ellos a base de queroseno.

Montag, uno de los bomberos, comienza a hacerse preguntas. Una niña, vecina, le habla y le hace plantearse cosas que nunca había pensado. Su vida no es tan feliz como "debería", su mujer no hace otra cosa que ver las paredes, las televisiones ocupan completamente las paredes introduciendo al espectador en los diálogos de la "familia". Esto le lleva a buscar a alguien que pueda ayudarle a responderlas.

En la escala de temperaturas de Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel, 233 ºC. Como comentaba de los clásicos: siempre te hacen pensar. Siempre queda algo después de leerlos. Esta fantasía distópica no se aleja tanto de la realidad: no será necesario que los bomberos quemen los libros, si nadie los lee… ¡Hay que seguir pensando!

Fahrenheit 451 era tan negativo y hablaba tan directamente de la censura, aunque fuera futura, que nadie quería publicarlo. Se publicó inicialmente por entregas en una nueva revista de un editor de Chicago que compró el manuscrito por 450 dólares. Apareció en los números dos, tres y cuatro de dicha publicación. El editor era Hugh Hefner y la revista era Playboy.

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