Disponible en descarga gratuita Cuadernos de Viaje - Oriente Próximo, el libro con nuestras aventuras en Jordania, Siria e Israel.

martes, 23 de diciembre de 2008

Oriente Próximo (XIX)

Miércoles 19/11/2008 (1)

Vamos a Israel.

Ya se ha convertido en una costumbre dejar a los Symbios en las recepciones de los albergues, hostales, "hoteles",... y hoy toca volver a hacerlo. Para Jerusalén sólo nos llevaremos a Okihita, total, volveremos mañana. Nuestro amigo Ali, el taxista, llega puntual a las 7:30, pero el desayuno se ha retrasado y no salimos hasta las 7:45.

Comentamos con el taxista que queremos hacer un par de excursiones más: al mar Muerto y a los castillos del desierto. Ali nos da su tarifa, un día por cada excursión nos lo deja en 90 JOD. Es un dinero pero en el hotel es mucho más caro (el doble, porque es prácticamente imposible que coincidamos con otros dos, además de que no creemos que en el hotel vayan a mover un dedo por buscar a alguien más para llenar el taxi) y, además de que en Jordania hay menos transporte público en general, a los castillos del desierto no hay nada. Sólo se puede ir en coche alquilado, taxi o autostop.

Cerramos el trato de los 90 JOD y quedamos con él en que vendrá a recogernos al hotel el viernes a las 8:00. Nos dice que fuera del hotel, porque al haber llamado desde dentro, en realidad desde el móvil del de la recepción (le tuvimos que pagar después medio dinar por la llamada), el de recepción se ha enfadado con él al darnos el viaje por 20 pidiendo él 50. También nos dice que él suele cobrar 25, pero como nos dio su tarjeta nos hace un descuento.

De camino a la frontera tenemos un pequeño "accidente". Otro coche nos da un golpe en un lateral por la parte de atrás al salir de una rotonda. No parece que sea mucho, un roce más que nada, y los dos conductores siguen sin pararse a hacer papeleo.

Llegamos a la frontera jordana poco antes de las 8:30. Volvemos a tener que pagar por salir de Jordania. Nos ha contado Ali que si llegas un día al país y sales al siguiente no hay que pagar, pero nosotros volvimos antes de ayer, así que 5 JOD por cabeza. Pero no sellan el pasaporte, ponen el sello de salida en un papel aparte que meten dentro.

El trámite de salida es rápido. Pero el puente del Rey Hussein no se puede cruzar andando, así que toca esperar a que venga un autobús que te lleve. Allí nos quedamos esperando. No hay nadie más que nosotros tres. Aprovechamos para cambiar algo de moneda. Autobús que tarda más de 30 minutos en llegar. Cuando llega ya somos bastantes los que estamos esperando. Este autobús se paga aparte y son 3 JOD por cabeza y cobran uno más por cada mochila que lleves. Por suerte la de la cámara no la cuentan, pero Okihita tiene que pagar. Va a ser muy cara la visita a Israel.

Cruzamos el puente y antes de llegar a la frontera, pero antes de llegar al lado israelí nos hacen bajar. Salimos con los pasaportes en la mano abiertos por la foto y sube un militar con uniforme completo y un M16 con lanza granadas al autobús para confirmar que no hay nadie más mientras otro (que también va equipado con su M16) comprueba con un espejo que no hay explosivos ni gente en los bajos. ¡Si este autobús sólo hace el recorrido de la frontera jordana a la israelí!
Los de abajo, un chico y una chica que no tienen ni 25 años, con un chaleco antibalas y "sólo" una pistola miran las fotos de los pasaportes para confirmar las identidades... Y yo que pensaba que los rusos eran paranoicos

Volvemos a montar en el bus para acabar de cruzar el puente. Bajamos al llegar a la frontera y cogen de nuevo nuestros pasaportes para dárselos a los que están en un primer control. Una de las primeras cosas que vemos, antes de entrar en el edificio, es a un chaval de espaldas. Vestido con unas zapatillas de deporte, unos pantalones chinos y un polo. Está de espaldas y lleva como un bolso colgado. Pero cuando se da la vuelta no es un bolso lo que lleva: ¡es un M16! Ver a militares con todo el equipo es una cosa, pero ver a un chaval que parece que no tiene edad ni para conducir, vestido de civil y con la ametralladora... Ya dentro del edificio de la frontera, siempre rodeados de UCI's, pasamos el control de equipajes. Luego hay otro de aire (ni idea de qué es): te meten en una especie de ducha de hidromasaje y sueltan chorros de aire a varias alturas. Al final te da el OK con una luz verde y pasas de nivel.

El siguiente nivel es el control de pasaportes propiamente dicho. En mi pasaporte está el sello de Marruecos, dos veces, y el visado de Siria. Sara sólo tiene el visado de Siria y de Jordania porque su pasaporte es nuevo, aunque también ha estado en Marruecos. Lo primero que me dice la "simpática" del control es eso: veo que has estado en Marruecos y en Siria... Mal empezamos. Y a partir de ahí: ¿Conoces a alguien en Israel? ¿Conoces a alguien que haya estado en Israel? ¿Qué has hecho en Siria? ¿Cuántos días has estado en Siria? ¿Es tu primera visita a Israel? ¿Cuántos días vas a estar en Israel? ¿Dónde vas después de Israel? ¿Cuándo vuelves a España? ¿Si vuelves el domingo por qué estás sólo un día en Israel? ¿Tienes aquí el billete de avión de vuelta? ¿Cuál es la relación entre Sara y tú? ¿Cuánto tiempo hace que os conocéis?

Esto no parece suficiente para pasar y nos da un formulario a cada uno, diciéndonos que lo rellenemos y que esperemos por ahí sentados que ya nos llamarán para hacernos unas preguntas. Mientras se quedan con los pasaportes en la garita.

En el formulario piden desde el nombre de la empresa, el puesto y el teléfono del trabajo, hasta el nombre del padre. Pasando por una explicación pormenorizada del viaje en curso: país, días de estancia y motivo de la visita. El motivo de la visita a Israel, dónde vamos a dormir y nombres y direcciones de cualquier conocido que tengamos en el país. No nos lleva mucho tiempo rellenarlo pero ahora hay que esperar que venga alguien. Al sentarnos, un chaval que estaba allí esperando nos ha mirado y ha preguntado: ¿Siria? Él es de Nueva Zelanda y lleva allí desde las 8:15 de la mañana esperando que le llamen... y son son las 10:30 ya. Nos dice que conoce gente que ha estado seis horas en la frontera.

Detrás de nosotros llega uno de EEUU y una chica italiana, y otro chico que parece árabe. Al árabe le hacen lo mismo que a nosotros y cuando ve que el de USA se acerca al mostrador le pregunta si le han dado el papel. El USA todo chulo le enseña su pasaporte diciendo: "American" y le guiña un ojo. Tú muy bien, pero tu amiga italiana también tiene que esperar y rellenar el papel. A todo esto, el coreano que venía con nosotros en el taxi ya ha pasado sin problemas.
Parece que el de ser de USA y alguna conexión religiosa, llaman para que monseñor vaya a recogerles a la frontera, tiene importancia y salen rápido a hacerle las preguntas a la chica italiana mientras los demás seguimos allí. La chica vuelve y le dice al USA, que ya se estaba levantando para irse, que dónde cree que va. Que todavía no han acabado, que tienen que confirmar la información. A todo esto llaman al neozelandés.

Poco después vienen a decirle a la italiana que ya está todo, que su pasaporte está en la policía y que la llamarán en breve. Aprovecha para preguntarnos si han hablado ya con nosotros. Decimos que no y nos responde diciendo que va a ver quién tiene nuestros pasaportes. Vuelve y nos dice que vendrán en breve. En breve son ya las 11:20, llevamos una hora con el papelito relleno y esperando. El neozelandés ha vuelto a nuestro lado a seguir esperando, la pareja USA-chica italiana ya se ha ido y el árabe sigue allí.

Sale uno a buscarnos. Me dice que que vaya con él, sólo yo, que mi amiga puede quedarse esperando con la mochila. Sólo habla uno, pero además de él van otro dos con pinta de matones con las gafas de sol puestas en la cabeza que se quedan uno a cada lado a un metro, metro y medio de distancia. Pasamos las garitas y allí hay sillas a los lados de un pasillo. Me dice que me siente donde quiera. Imagino que me van a hacer esperar más y me siento al lado del pasillo para esperar. Se me queda mirando y me dice que así no se puede sentar él. Mal empezamos.

Se sienta y vuelve a preguntar lo mismo de antes: que cómo es que estuvimos tan poco tiempo en Jordania antes de ir a Siria; qué hemos hecho en Siria; cómo es que vamos a estar sólo un día en Israel; qué vamos a hacer hasta el domingo que volvamos a España (le tengo que dar todo el itinerario previsto, menos mal que esta vez habíamos pensado algo y no estaba todo para improvisar); cuánto hace que Sara y yo nos conocemos; dónde nos vamos a alojar en Jerusalén (aquí no pude evitar decirle que pretendíamos dormir en el "Citadel Youth Hostel" en la ciudad vieja, pero que para cuando llegáramos lo mismo ya estaba lleno); que cómo habíamos conocido el hostal (¿has oído hablar de internet?); que si conocemos a alguien en, o que haya estado en, Israel; alguien que haya viajado con nosotros que haya estado antes en Israel; que si alguien nos ha pedido que pasemos algo al país, incluso en la misma frontera (le digo que sólo el taxista sabe que veníamos. Me pregunta que por qué no se lo hemos dicho a nadie: ¡Porque os odian tío!); que si estamos haciendo el viaje por nuestra cuento u organizado; que si alguien nos ha invitado a su casa durante el viaje; y algunas más. Lo último, que me quede ahí esperando que van a confirmar los datos y se van los tres.

Otros quince minutos largos hasta que sale y me pregunta por el nombre de mi empresa y por el significado de la palabra "lifecycle" que tiene el nombre. Le explico un poco que es un concepto de desarrollo de software y tal, y me da la gracias porque ha aprendido una cosa nueva hoy. Esta vez ha salido de nuevo con otros dos, pero eran dos nuevos. Vale, puedes volver con tu amiga ahora te volvemos a llamar.

Cuando salgo el neozelandés sigue allí con Sara. Diez minutos después nos dice a los tres que nuestros pasaportes están en la policía, que todo OK y lo que tarden en llamarnos. Sara le pregunta si no va a hablar con ella, y él responde que no, sólo si quiere charlar. El árabe ya no está, ya ha pasado.

Llaman desde la garita para el tema sellado. Pregunta si nos importa que nos selle el pasaporte. A mí no me importa que lo sellen porque me caduca en 2.010, pero el de Sara es nuevo y le durará 10 años, así que prefiere que no lo sellen (un montón de países árabes, Siria entre ellos, no te dejan entrar con el sello de Israel). Cuando Sara le dice que a ella mejor no, la de la garita pregunta ofendida que por qué no: ¡Porque os odian! Y nosotros ya casi también...

Vale, estamos sellados, pero esto no ha acabado: siguiente control. Se quedan con la hoja del visado y vuelven a preguntar un montón de cosas otra vez, repetidas y añaden una nueva. ¡Nos pregunta si llevamos armas! Supongo que de ser que sí la respuesta, ya se habrían dado cuenta todos los de los demás controles, y si llevo un arma y no se han enterado hasta ahora no te lo voy a decir a ti ahora.

Estamos en la calle y allí están la italiana y el USA, el árabe y el neozelandés, esperando a que se llene el taxi para Jerusalén. Tiene diez plazas más el conductor y hasta que no seamos 10 no saldrá. Cuando ya estamos los diez el USA lleva un rato con problemas porque no le han sellado el pasaporte y no sabe qué pasa. A Sara tampoco se lo han sellado y no hay ningún problema. A seguir esperando, porque el del taxi-bus dice que no sale si no estamos todos dentro. Ya es más de la una de la tarde.

Por fin salimos. Poco después cambiamos de conductor. En la entrada a Jerusalén hay otro control. Uno con pinta de Stallone en la película “Cobra”, vaqueros y camiseta negra, gafas de sol de piloto de helicópteros, UCI con lanza granadas y pistola en la cintura del pantalón, sube al taxi-bus. Nos mira a todos las caras y nos deja pasar sin decir nada.

Y todo esto sin haber llegado a Jerusalén.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Oriente Próximo (XVIII)

Martes 18/11/2008

Vamos a ver qué tal el desayuno del Farah. Primero lo de la habitación que nos dicen que sí, podemos quedarnos otra noche y en la misma. El desayuno se retrasa y eso no ayuda a nuestra paz interior casi recuperada, que a partir de las cuatro no podremos volver en autobús. Llega el desayuno y no es gran cosa: el huevo cocido de rigor, el pan (cortado en cuatro trozos y metido en una bolsa de plástico), dos quesitos, mantequilla y mermelada. Para beber té o café. Pregunto por leche sola y dice que no. Pero al francés de al lado le lleva un café con leche... supongo que será como la de los aviones.

Terminamos rápido con el desayuno y después de pedirle al de recepción que nos escriba en árabe el nombre de la estación de autobuses a la que tenemos que ir, Jerash y Ajlun, salimos a por un taxi. Nos ha dicho el de la puerta que 2 JOD está bien. Todos piden 3 y casi ninguno va vacío. Al final lo dejamos en 2,50 JOD a la estación a la que llegamos el otro día cuando intentábamos coger un taxi colectivo para ir a Damasco. Pero esta vez sí que es aquí donde teníamos que estar. Nada más llegar se nos acerca uno que nos pregunta si vamos a Jerash, parece que es el destino típico para todos los extranjeros que llegan a la estación. Sólo hemos tenido que esperar diez minutos y en marcha. Vamos más o menos bien de tiempo.

No tengo muy claro cuanto cuesta. Me había parecido que era un JOD por persona, pero le he dado dos y me da vuelta. Además se tira el rollo y nos para casi en la entrada de la ciudad romana. Aquí no hay paradas y en cualquier momento cada uno le dice al conductor que pare que se baja.

Jerash, la Gerasa romana, el diseño que se visita data del siglo I y llegó a tener entre 15.000 y 20.000 habitantes. Se han encontrado restos de que ya en el Neolítico estaba habitada, pero ganó importancia a partir de la época de Alejandro Magno (333 a. C). Pasó a formar parte de la provincia romana de Siria y se convirtió en una ciudad de la Decápolis. Estaba en su máximo apogeo en el siglo III, pero la destrucción de Palmira en Siria, la desaparición de las rutas terrestres de caravanas y el desarrollo del comercio marítimo la llevaron a un lento declive. La Decápolis estaba formada por más de diez ciudades a pesar de su etimología. En Jordania Filadelfia (Aman), Gadara (Umm Qais), Gerasa (Jerash), Pella (Taqabat Fahl) y quizá Abila (Quwayliba) y Capitolias (Beit Ras, cerca de Irbid). Entraron en decadencia en los comienzos de la dinastía Omeya y el traslado del mundo musulmán a Bagdag fue el golpe de gracia.

Las ruinas son enormes. Sólo el cardus maximus tiene una longitud de 800 metros y tenía dos decumanus (uno al norte y otro al sur), cada uno con un tetrápilo en donde se cruzaba con el cardus. De ellos uno todavía conserva su bóveda. Además la ciudad contaba con tres teatros.

A la entrada se alza el arco de Adriano en el lado sur de la ciudad. El arco iba a formar parte de la nueva muralla de la ciudad pero ésta no se llegó a construir, por lo que está separado de la muralla, a unos 250 metros. Data del año 129 y se construyó para conmemorar la visita del emperador.


Detrás se levanta el hipódromo (siglos I y III) con un aforo de 15.000 espectadores. Bastante reconstruido y, en la actualidad, escenario de auténticas carreras de cuadrigas y luchas de gladiadores, la empresa RACE (The Roman Army and Chariot Experience) comenzó en 2.005 con los espectáculos.


Después se llega la muralla, a la puerta sur.


Nada más pasarla se encuentra el teatro sur, a la izquierda. Tiene unas características acústicas especiales. Construido entre el año 81 y 96. El escenario tenía dos plantas y tenía capacidad para 5.000 espectadores. También tenía la posibilidad de inundarse para representaciones navales. Llegamos con un grupo de americanos y para demostrarles la acústica les tocan una canción típica americana... anda que.


Al otro lado de la ciudad se encuentra el teatro norte, que incluso conserva las escaleras interiores para llegar al segundo anfiteatro.


Ha habido mucha tarea de restauración y pensamos que también algo de reconstrucción.
El templo de Artemisa, el de Júpiter, el foro,... todo está aquí y lleva más de 1.900 años. Impresionante.

El de Artemisa en particular es magnífico.


Es hora de intentar Ajlum. Preguntamos por la estación de autobuses y aquí hay bastante gente que habla inglés. Después de un rato andando llegamos a la estación (aunque hemos tenido bastantes dudas de si no nos estaríamos perdiendo). Nos indican, con gestos, donde para el autobús a Ajlum y nos sentamos a esperar. Unos diez minutos después un par de chavales nos preguntan que si Ajlum, les decimos que sí y nos señalan un microbus que está pasando de largo. Echamos a correr tras él y acaba parando en otro sitio. El conductor nos confirma que va para allá y subimos. Estamos sólo Sara y yo, así que parece que esto va para largo. Pero arranca rápido y sale de la estación... aunque para parar en la carretera nada más salir. Allí nos tiene otros veinte minutos, cuando llevábamos diez le preguntamos con señas que cuando sale y nos contesta que en diez minutos, y cumple.

No llega al castillo, Qala'at ar-Rabad. Nos deja abajo, en el pueblo y nos llama un taxi. El taxista opina que es su momento de gloria y nos pide 3 JOD por subirnos al castillo, el bus hasta aquí nos ha costado 0,45 JOD. Le decimos que no y no se molesta ni en regatear. Son sólo tres kilómetros, pero de dura cuesta arriba según la guía, y según los ojos, porque el castillo está en lo alto del monte 'Auf, 1.250 metros. Pero ya que estamos aquí para arriba que vamos.

A unos 20 metros de la parada un tipo en un 4x4 se para a nuestro lado y nos dice que él nos sube. Nos enseña una carta que le ha escrito una suiza a la que también ayudó y llevó a ver su granja: vides, manzanos, olivos,... Nos pregunta si la conocemos. Nos deja en la entrada del castillo y no quiere ni un céntimo.

El castillo de Ajlum fue construido por orden de un sobrino de Saladino entre 1.184 y 1.188, para hacer frente a la cadena defensiva cruzada y ser contrapunto del fuerte de Belvoir del mar de Galilea. Está muy machacado pero lo están reconstruyendo. De todas formas el tamaño de los muros y la altura de los techos da una idea de que debió ser espléndido.


Debido a su altura y a encontrarse en la ruta Damasco-El Cairo estaba provisto de palomas mensajeras que permitían, junto con señales de fuego, enviar mensajes en un día desde Damasco hasta El Cairo. Se supone que desde aquí se ve el Jordán y el Mar Muerto, pero el día se ha cubierto y la calima no deja ver nada.

Salimos del castillo a las 14:10 así que no deberíamos tener problemas para volver a Amán. Bajamos la cuesta andando porque ahora no hay ni taxis. Cuesta abajo será menos molesta. Aún así la cuestecita se las trae. Llegamos a la estación y hay un autobús para Amán esperando con dos chicas dentro. Ya puedes tardar lo que quieras en salir de aquí, que nosotros no tenemos prisa ahora que ya estamos dentro. Es cierto que tarda, pero al final también sale, el precio es de un JOD por cabeza para llegar a Amán. Como siempre el rollo de fumar es libre. Es impresionante lo que les puede llegar a gustar el tabaco en estos países.

Al llegar a la estación tratamos de coger un taxi, pero parece que será difícil, todos llenos y, a pesar de estar en la estación, se ven pocos. Nos para uno, le damos la tarjeta del Farah. No nos habíamos dado cuenta pero la tarjeta está todo en inglés: qué lumbreras los del hotel. El taxista no entiende inglés, no sabe dónde está el hotel pero con todo y con eso nos dice que subamos. Le preguntamos que por cuanto y no sabe qué decir, normal si no sabe adónde tiene que ir. Nos vamos a buscar otro pero él sigue interesado, baja del coche y nos sigue. Otro taxista que tampoco habla inglés y que no sabe leer la tarjeta tampoco. Se acerca otro que dice que sí sabe, se la lee y el primer taxista que nos paró dice que él estaba primero y que vayamos en su taxi. Sigue sin tener muy claro adónde nos tiene que llevar pero nos dice que 2 JOD. El segundo taxista acepta que nos vayamos con el otro y haya que vamos.

Nos lleva hasta un hotel con un nombre que no se parece en nada a Farah. Pregunta a otro taxista en un semáforo y a nosotros no nos suena de nada la zona en la que estamos, Amán es muy grande. Después nos lleva a otro hotel con pinta casi de lujo. Se baja y nos dice que esperemos, va a preguntar. Al rato vuelve y nos dice que vayamos con él.

El de la recepción del hotel habla inglés perfecto y nos dice que el taxista nos ha llevado a un hotel y que luego le hemos dicho que no, que a otro y que el otro está más lejos y que quiere 3 JOD. Le explicamos al de recepción que no ha sido así, que lo primero que hicimos nada más parar al taxista fue darle la tarjeta y que si no sabía donde estaba lo que tenía que haber hecho era decir que no en lugar de "OK", 2 JOD. Que no le vamos a pagar más que 2 JOD y que si el que decía que sabía inglés y les leyó la tarjeta en la estación les lió no tenemos la culpa. Al final nos dice que vale. Nos deja en la paralela al hotel, le damos 2 JOD y él nos pide perdón por todo el lío.

Le preguntamos al de recepción sobre cómo ir a la frontera con Israel. Nos decimos que si no nos importa compartir taxi hay un coreano que también quiere cruzar mañana. Por nosotros perfecto, así que llama para confirmar con el taxista. Los 35 JOD iniciales por el taxi completo han pasado, como quien no quiere la cosa, a 50 JOD. Eso nos parece mucho así que vamos a buscar la tarjeta de Alí, el taxista que nos llevó hasta la estación de taxis colectivos cuando queríamos ir a Damasco. Llamamos desde el móvil del de recepción y nos dice que no hay problema que nos lleva por 20 JOD coche completo. Da igual si somos dos o tres, así que tocamos a 7 JOD por cabeza. Quedamos con él a las 7:30 de la mañana. El coreano ha pasado de El Cairo a Jordania por Aqaba, ha pasado por Petra y ahora quiere volver a El Cairo pasando por Israel.

Salimos a ver el barrio, hay varios sitios de cambio, farmacias, etc. Después nos conectamos a internet una hora un dinar. En la conexión buscamos dónde dormir y qué ver en Jerusalén. Es muy conocido pero uno no tiene una lista de cosas que visitar de cada ciudad siempre en mente. Apuntamos 5 ó 6 cosas y vamos a cenar a uno de los recomendados por la guía.

El restaurante se llama "El Cairo" y resulta ser un auténtico fracaso: comida rápida árabe, no demasiado buena y recalentada. Pedimos mensaf pero hay muy poco cordero. Por lo menos es bastante barato, aunque 4 JOD por ese plato... Ahorramos en alojamientos y llevamos nuestra propia comida, así que, cuando salimos a comer a un restaurante esperamos que sea bueno. Entre esto y lo del hotel Karnak la Lonely Planet ha perdido los pocos puntos que le quedaban. La guía Viva de Anaya de Siria estaba mucho mejor, más actualizada.

Reservamos el hotel para lo que queda de viaje, así volveremos de Israel sabiendo donde dormir y podremos dejar aquí a los Symbios. Será la misma habitación. Ésta también está arriba, en la cuarta planta, pero aquí hay ascensor.

Subimos y a descansar. Mañana toca otra vez frontera.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Oriente Próximo (XVII)

Lunes 17/11/2008 (y 3)

Y todavía quedaba volver a Amán.

El taxi nos deja en la estación y de nuevo hay una cantidad enorme de microbuses. Otra vez todo en árabe y otra vez perdidos. Sara ha visto desde el taxi un cartel que ponía algo de “service taxi” y vamos a buscarlo para ver si dice algo (sobre todo en inglés). Pone que la parada está 500 metros más allá de la de autobuses. Un militar que hay justo al lado nos para un taxi que está pasando camino de la “estación” y nos metemos. Como sólo somos dos el taxi sigue hacia su parada para que se llene. Como siempre hasta que el coche no se llene no va a salir de aquí. El precio será de 700 LS por cabeza como estaba previsto, vamos bien de dinero para salir del país. Ahora sólo queda esperar otros pasajeros.

Le dejamos los pasaportes, esto ya es una tradición y nos quedamos en el taxi esperando. Llegan unos críos intentando vendernos chicles con unas técnicas agresivas, nos los tratan de meter en los bolsillos para luego cobrárnoslos. Al final casi hay que pegarles para que se vayan y siguen dando por saco un rato más. No hay manera de deshacerse de ellos.

Llega nuestro taxista y nos dice que cambiamos a otro. Además de nuestras mochilas, en el maletero hay una maleta que ocupa más de la mitad del espacio y que el taxista se encarga de llevar al otro coche. Los críos se empeñan en ayudarnos con las mochilas aunque no les dejamos. El nuevo taxi será un hiunday sonata, el maletero es un poco más grande. Metemos dentro a los symbios y los críos nos piden dinero por habernos ayudado. Os dijimos que ni os acercarais y tampoco os hemos dejado que las cogierais así que no vamos a daros nada, además de que llevamos las libras sirias justas y estamos hartos de vosotros. Con la buena imagen que teníamos de los sirios.

El otro taxista nos dice que por 400 LS más por cabeza nos lleva solos. Le decimos que no. Tampoco tenemos tanto dinero, si todo cuesta lo que tiene que costar sólo nos quedarán 160 LS y mejor que queden hasta salir del país, no vaya a ser más cara la tasa de salida.
Seguimos esperando. Aparecen dos americanos, pero buscan un taxi para ir a Líbano, ¿qué se les habrá perdido a estos en Líbano? Después de una hora aparecen todos (nuestro taxista, el anterior taxista, los críos, más taxistas,...) rodeando a una chica que parece que habla árabe y que vendrá con nosotros. Todavía no tenemos los pasaportes. Ahora se lo piden a ella para el registro mientras los críos de los chicles y el resto de vendedores la acosan.

Parece que salimos. Pero el conductor, con el coche arrancado y ya moviéndose, quiere más dinero por cabeza. Dice que sólo somos tres en lugar de cuatro y que entonces no serán 700 LS, serán 900. Le decimos que no. Que no es nuestro problema que no hayan encontrado a un cuarto pasajero. Que vuelva a parar y que esperaremos a que encuentren un cuarto, pero que no vamos a pagar más de 700, además porque no tenemos más dinero. Al final acepta llevarnos a los tres por 700 por cabeza.

El conductor es palestino y nos deleita con música palestina a todo volumen. Al salir de la parada, al parar en un semáforo, un tipo que va en un coche que para al lado le da un CD para que lo lleve a Amán. El CD se convierte automáticamente en el cuatro pasajero. El del otro coche le ha pagado 700 LS por llevar el CD a Amán, y encima es un CD pirata.

Paramos para que el conductor compre tabaco. En principio, el pago del viaje iba a ser al llegar a Amán pero nos lo pide ahora para comprar más. Sólo se puede pasar por la frontera un cartón por persona, así que compra cuatro. En Jordania el tabaco es mucho más caro y puede llegar a sacar entre dos y tres dinares jordanos por paquete, o eso nos dice la otra pasajera que habla árabe. Es de Sudáfrica pero habla un poco de árabe. Lo malo es que el taxista habla un poco de inglés y, cuando ha pasado el tema del CD, ella nos ha dicho que este país está loco. El conductor ha entendido “crazy” y le ha molestado. Al final parece que se lo toma a broma, pero la broma durará todo el viaje... También coge mandarinas que nos da para que comamos y almendras. Nos mantiene comiendo todo el camino hasta la frontera. Siempre con la misma canción, cuando está a punto de acabar la repite.

En la frontera pagamos los 500 LS que decían. Nos cuesta encontrar dónde pagarlas, es un pequeño edificio casi prefabricado entre los dos grandes. Pasamos los trámites rápido y vamos al duty free. Un poco de whisky. El conductor nos ha “convencido” de que bebemos. Ellos no pueden pasar alcohol, ni beberlo, la religión musulmana se lo impide, así que tendremos que decir que son nuestros. También añade un cartón más de tabaco al pack. Nosotros gastamos nuestras últimas libras comprando unas galletas, pero se las tenemos que pagar al conductor porque aquí sólo aceptan dólares y dinares jordanos a pesar no haber entrado todavía en Jordania.

Al llegar a la frontera jordana comprueban los bajos del coche para ver que no haya contrabando y nos hacen abrir las mochilas para ver qué hay dentro. Por suerte no nos han hecho abrir la mochila de la cámara ni los bolsos de las chicas, que guardan el cartón de tabaco extra. No hay problema y la entrada en Jordania es gratuita, nuestro visado multi-entrada “funciona” bien.

Una vez pasada la frontera el conductor sigue con su fiesta y ahora abre una lata de algo que parece Red Bull y lo echa en un vaso de plástico. Nosotros vamos sentados atrás y no lo vemos, pero la chica de delante nos dice que en el vaso hay algo más que eso, que tiene una pequeña botella de whisky y se está preparando un combinado. El taxista nos dice que no hay problemas, que se bebe una de esas botellas de whisky cuando va a Damasco y otra cuando vuelve.

Nos pregunta en qué hotel nos vamos a alojar y al decirle que en el Farah por 17 la noche (es el precio de la doble sin baño), nos dice que él conoce otros más baratos. Nos ofrece ir al Karnak. Miramos en la guía y dice que está bastante bien pero que es anodino, que los muebles le dan un poco de encanto. Vale. Aceptamos barco, nos dice que por 12 JOD podremos dormir, incluso por 10.

Para el taxi en la entrada del hotel y sube con nosotros. No parece que allí haya nadie que hable inglés y tiene bastante mala pinta... De todas formas vamos a ver la habitación. Cuando abren la puerta no queremos ni pisarla: un olor a moho apestoso y una mancha de humedad que cubre gran parte del techo, además de que para abrir la puerta ha tenido que quitar un cable que colgaba delante... ¿Esto es lo que la Lonely Planet entiende por hotel aceptable y anodino? Es cualquier cosa menos anodino, es repugnante.

Salimos del hotel. Sacamos a los symbios del coche. Vamos a ir al Palace, el recomendado por la guía (a ver si aquí han acertado). El conductor va con otro tío que dice que nos lleva él. Le decimos que no, que andamos. Quiere un dinar, que no. Nos pide medio dinar. Cada vez que hablan el Palace se va alejando, al principio estaba al lado, pasó a 600 metros, se volvió a mover hasta el kilómetro y acabó haciendo un último esfuerzo para alejarse hasta los dos kilómetros. No me imagino al hotel corriendo por Amán. De todas formas preferimos ir andando.

El tío es muy pesado y está de acuerdo con el conductor. Tan de acuerdo está que es nuestro taxista el que acaba dándole el medio dinar para que nos lleve y nos dice que vayamos con él, que es un gran taxista para las excursiones que queramos hacer. El coche ni es un taxi ni nada parecido y no queremos para nada volver a ir con él. Llévanos al hotel y déjanos en paz.

En el rato que tarda en llevarnos nos da su teléfono y su nombre. Le ignoramos porque no tenemos ninguna intención de llamarle, pero se da cuenta y tenemos que hacer el paripé de apuntarlo para que se quede tranquilo y nos deje en paz. Incluso comprueba que lo hemos apuntado bien. Para salir del paso le decimos que volvemos a España al día siguiente. Error: nos dice que nos lleva al aeropuerto. Que no, que no queremos volver a verte, pesado.

Paramos, aparca y viene con nosotros al hotel. ¡Que no! No queremos que suba, no queremos que sepa donde estamos, que mañana aparece a buscarnos. Casi gritándole consigo que no suba. Llamamos al ascensor y el tipo vuelve a aparecer por la puerta para decirnos que mañana nos puede llevar al aeropuerto. ¡QUE NO! Subimos por la escalera, nos está cansando demasiado.
Sólo tienen una habitación triple con baño por 30 JOD. Nos estamos planteando quedarnos de todas formas. Ya buscaremos mañana otra cosa. Pero aparece Mohamed-el pesado, y decidimos salir de allí corriendo. Vamos a ver si hay habitación en el Farah.

Tienen habitación, doble con baño por 25 JOD. En proporción es un poco más caro que el Palace, pero así perdemos de vista al plasta que no sabrá donde estamos, que no nos vamos al día siguiente. El baño no está mal y la habitación tampoco, salvo por un par de alfombras asquerosas que metemos debajo de la cama. Hay agua caliente de siete a nueve de la mañana y de la tarde. Son las ocho y cuarto así que aprovechamos.

El pesado de Mohamed nos ha quitado mucha paz interior (casi toda) y estamos cansados. Si mañana queremos ir a Jerusalén tenemos que bajar a mirar en internet (de Israel no tenemos ni una guía) y a preguntar cómo se va al de recepción. Por un lado queremos salir y volver a entrar cuanto antes en Jordania, el avión de vuelta sale de aquí, pero por otro estamos cansados de la lucha de hoy. Empezando por los críos pesados en la estación de Damasco y acabando con el plasta de Amán, pasando por el viaje con nuestro extravagante (por decirlo con suavidad) taxista.

Gana el cansancio. La ducha nos relaja también un montón y no volvemos a salir de la habitación. Mañana iremos a Jerash y a Ajlum. Si el tiempo lo permite, que aquí el servicio de autobuses es mucho más limitado que en Siria. Según la guía después de las cuatro de la tarde no hay manera de volver a Amán desde Jerash más que en taxi.

Eso sí, antes de salir desayunaremos, que el desayuno está incluido, y veremos si para mañana también tienen habitación y nos podemos quedar. Aquí aceptan VISA, en el Palace no, lo preguntamos por correo desde Madrid cuando buscábamos donde dormir la primera noche (esa que Royal Jordanian se encargó de que pasáramos en el aire con sus siete horas de retraso), y no cobran comisión como en Siria (en el Al-Haramein también había comisión, pero te cambiaban directamente en recepción). Nos parece que es la mejor opción quedarse.

A dormir. A recuperar la calma perdida y el equilibrio y olvidarnos de Mohamed. Además nuestro “amigo” iba con chilaba negra, larga barba negra y gorro blanco. Vamos que sólo le faltaba el cinturón de cartuchos de dinamita.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Oriente Próximo (XVI)

Lunes 17/11/2008 (2)

Después de visitar el Palacio Azem.

Salimos del palacio a las diez de la mañana, la mezquita ya debería estar abierta. Así que nos dirigimos hacia ella pasando por unas calles del zoco llenas de especias y dulces. De nuevo nos encontramos en un zoco de los que se ven y se huelen. Lo cierto es que es una vuelta al pasado, meterse en uno de estos sitios y, como en Aleppo, los vendedores no te presionan, básicamente ni te miran. Pero son muy simpáticos y cuando les preguntamos si podemos hacer una foto a sus puestos no ponen ninguna pega para que las hagamos. También pasamos frente al hamman más antiguo de Damasco fundado en 1.154 y que todavía sigue en uso, sólo para hombres.



La mezquita fue construida en el año 87 de la Hégira (la salida de Mahoma de La Meca hacia Medina, 622 de la era cristiana), 705 de nuestro calendario, por el califa al-Walid I (el mismo que diez años después mandaría construir la de Aleppo) y es de las más grandes que hay: 157x97 metros. Se construyó sobre la iglesia bizantina de San Juan el Bautista, incorporando restos del templo romano de Júpiter.

Como en todas las mezquitas hay que descalzarse para poder entrar y las mujeres deben ponerse una chilaba. Han fregado el suelo a eso de las ocho. Cuando pasamos la primera vez vimos que estaban en ello. Al ser un patio tan grande hay zonas a las que todavía no ha llegado el sol y tienen algo de agua, además de estar frías que duelen los pies al apoyarlos. Para evitar que se mojen los calcetines y pasar el resto del día incómodo decido que lo mejor será quitarse los también los calcetines. A pesar de que el suelo frío te hace sentir alfileres clavándose en las plantas la mezquita es una maravilla.


En el patio se levantan tres cúpulas: la del tesoro, la primera desde la entrada de turistas extranjeros, decorada con mosaicos; la cúpula central cubre la fuente de las abluciones; y en el este, la más alejada de la puerta de entrada, se encuentra la de los relojes, más modesta y construida en el siglo XVIII. Y dos candelabros de Bayram entre ellas.


También tiene tres alminares: “el de la novia” o “de las esposas”, el más antiguo (su base es del siglo IX y su remate del XII) está en el centro de la pared a la izquierda de la entrada; los otros dos se encuentran sobre la sala hipóstila, a la derecha, el de Qaitbey más próximo a la puerta, octogonal de estilo mameluco y el blanco o de Jesús más alejado reconstruido en el periodo otomano.


Nos sentamos un rato después de ver la decoración de mosaicos de las paredes. Los mosaicos son de estilo bizantino pero al gusto musulmán, esto es, sin representaciones humanas. Aún así la mayoría fueron destruidos, y los que se conservan fueron cubiertos con yeso y redescubiertos en 1.928.


Ya que estamos sentados aprovecho para sacar fotos a la gente con el teleobjetivo. De todas formas todos los que se dan cuenta no parecen tener ningún problema, de hecho uno que está sentado cerca incluso nos dice que se la hagamos.


Después entramos en la sala hipóstila, la mezquita propiamente dicha. Un incendio destruyó en 1.893 el interior casi por completo, así que todo es relativamente nuevo. Antes había sido dañada por terremotos y la invasión mongol. Hay bastantes grupos rezando pero, como en el exterior aquí también hay un montón de turistas sirios con sus cámaras y sus móviles. Hombres y mujeres están separados por un cordel aunque se agrupan, cordel de por medio, para rezar.


Hay una capilla cubierta con una cúpula y con cristales verdes dedicada a Juan el Bautista, sobre lo que era una iglesia erigida donde se supone que se enterró su cabeza después de que Herodías se la pidiera a Herodes Antipas, al que Juan reprochó su adulterio público, puesto que estando casado se enamoró de la esposa de su hermanastro, Herodías. La iglesia cristiana no sabe dónde está enterrada la cabeza y tiene varias iglesias candidatas a tal honor, entre las que no está esta mezquita.
También hay varios relojes digitales con la temperatura y una especie de marcador con los horarios de los rezos.


Si todo el mundo conociera la cultura de los demás y su capacidad para crear arte habría muchas menos guerras.

Al salir de la gran mezquita buscamos el mausoleo de Saladino que aparentemente está al lado. Preguntamos en donde venden las entradas de la mezquita (es un edificio al lado de la mezquita a mano izquierda) y nos dicen que está cerrada hasta mañana. Antes nos habían dicho, otro tipo, que abría a las once, parece que abre a las once y cierra rápido. Vemos que la gente entra y pasamos a ver. Nos dicen que está cerrado, más que cerrado lo que está es en obras... Pero al darnos la vuelta para salir vemos que el mausoleo está allí mismo, por la parte de atrás de donde venden las entradas, y que está abierto. Nos quitamos otra vez las botas, aunque no es una mezquita es igual de sagrado, y entramos sin que pongan ningún problema (que no está cerrado vamos). Tampoco es muy espectacular, las paredes están cubiertas de azulejos otomanos y hay un cenotafio de madera original del siglo XII y otro de mármol blanco, regalado por el káiser Guillermo II, que se encuentra vacía. La importancia de Saladino fue en vida, de hecho su mausoleo se encuentra en una medersa construida bajo su mandato.


Salimos hacia otra mezquita Setta Ruqaya, construida por los chiítas recientemente sobre la tumba de la nieta de Mahoma. Es increíble el nivel de “horterismo” que se puede llegar a alcanzar: cúpulas plateadas, interiores de espejos, luces de colores, neones,... parece más una discoteca que otra cosa. Con todo y con eso tiene mucho éxito. Hemos entrado poco antes de la hora del rezo y al salir nos encontramos con un tapón de gente que quiere entrar y que casi nos impide salir.


Otra vuelta por el zoco, es como transportarse al pasado. La zona que se abre al final de la calle principal, cerca de la mezquita es aún más espectacular. Hay incluso una zona con trajes de novia, esto nos devuelve al presente porque son trajes nada discretos y nada musulmanes. Cafés, tés, telas, más jabón,... es bastante más grande que el de Aleppo aunque aquél con sus estrecheces y su antigüedad tenía más encanto. Encontramos una pastelería con una pinta estupenda y nos compramos el desayuno. Tan bueno está que volvemos a por la una segunda ración.




Nos despedimos del zoco y aprovechamos que todavía es pronto, la una en punto, para acercarnos a la antigua estación de ferrocarril, hoy convertida en librería, y a un palacio convertido en museo del ejército. Éste último lo vemos desde fuera y volvemos al Al-Haramein.


Tendremos que cambiar euros porque entre taxi a la estación, taxi colectivo Amán y tasas de salida necesitamos casi 40 euros más. En la recepción no está nuestro amigo, hay una mujer que nos dice que el euro sigue bajando y que si ayer lo cambiamos a 58 fue un error del de recepción, que perdieron dinero.

Realmente fue un día muy largo... mañana el viaje de vuelta a Jordania.