Conforme se va acercando el momento de las elecciones los partidos mayoritarios ven más las orejas al lobo. La aprobación de la llamada ley Sinde ignorando a la población y tratando de favorecer por todos los medios a los amigos "que podían mover a las masas", genero un efecto totalmente contrario al buscado. No sólo consiguió movilizar a parte de la población (a nivel de internet), sino que también consiguió que todos esos a los que las masas seguían pasaran a ser odiados. Ya nadie espera que un partido político invite a un mitin a un famoso artista de los que apoyan a la SGAE y resto de organizaciones. Les ha salido el tiro por la culata y saben que es mejor que no se les asocie con ellos más de lo que ya se hace para no seguir perdiendo votos.
Esos casi cinco millones de parados no entienden por qué esos "artistas" pueden estar viviendo toda su vida de las rentas de un año inspirado, mientras que el resto del mundo tiene que trabajar todos los días por muy bien que le saliera el trabajo el día anterior.
El sentimiento de rechazo a los políticos no ha hecho más que crecer desde hace años. En 1996 todos los casos de corrupción que salpicaban al PSOE propiciaron un cambio de gobierno. Nadie veía con buenos ojos que "presuntos corruptos" les gobernaran. Quince años después se ha convertido en moneda común ver a imputados en las listas de los partidos. Los políticos no representan a nadie más que a sí mismos. Los políticos han alcanzado el tercer puesto en las preocupaciones de los españoles. Algo está fallando.
Tras esa gota que colmó el vaso, internet se movilizó para demostrar a la gente que no están solos, que todos pensamos lo mismo. Pero también para decirle a la gente que ignorar el problema, quedarse en casa, votar en blanco o nulo no es la solución. No te puedes quejar si no haces algo para que las cosas cambien. Y, en democracia, tenemos la manera perfecta de hacerlo: VOTANDO.
A pesar de que muchos medios tradicionales (que han demostrado que son más afines a los partidos políticos que a sus lectores, ocultando todo lo que han podido el movimiento) se empeñen en mezclar las cosas con comentarios como que se busca que la gente no vote, la idea es justo la contraria: concienciar a la gente de que es necesario un voto responsable, no uno por defecto, para que las cosas cambien. No hay que aceptar el dogma de fe que piden los partidos mayoritarios con el voto útil. Algo que se han encargado muy mucho de mantener blindando el sistema electoral, manteniendo esa, cuanto menos extraña, ley d'Hont.
El movimiento pide eso, que cada uno lea los programas de los partidos y que busque el que más se ajusta a sus ideas. Sorprendentemente, esa petición le ha parecido mal a la Junta Electoral de Madrid. También busca un cambio en el sistema electoral: sobre todo más transparencia y listas abiertas, junto con una limpieza en los partidos, una demostración de que de verdad defienden los intereses de sus votantes y no los de sus amigos.
Eso sí, también pide que no se les siga dando una confianza que han demostrado que no merecen a los que están en el poder: PSOE, PP y CiU. ¿Por qué a estos? Porque, debido al origen del movimiento, las protestas se centraron en los tres partidos que aprobaron la ley Sinde ignorando a sus votantes y, porque siendo los mayoritarios, son los que más se han profesionalizado. Ya no es necesario hacer nada en política más que afiliarse a un partido grande lo más joven que se pueda y meter ruido. ¿Quién necesitas unos gobernantes con estudios cuando la mitad de los jóvenes, casi todos con estudios, está en paro?
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