El actual trofeo de la Copa del Mundo de fútbol (desde 1974), que representa a dos atletas victoriosos sosteniendo un globo terráqueo, se guarda bajo llave en un lugar secreto. La estatua, de oro de 18 quilates, solo puede estar en las manos de los jefes de estado y de sus ganadores. Aunque de manera temporal. Los ganadores reciben una réplica chapada en oro.
El anterior trofeo, conocido como Jules Rimet (uno de los presidentes más importantes de la FIFA), tuvo que ser escondido debajo de una cama durante la segunda guerra mundial. Ottorino Barassi, el vicepresidente italiano de la FIFA (Italia venció el torneo en 1938), retiró el trofeo en secreto de un banco de Roma y lo guardó en una caja de zapatos debajo de su cama para evitar que los nazis se apoderaran de él.
El trofeo quedó en posesión de Brasil tras ganar la selección su tercer campeonato mundial (Jules Rimet lo estipuló así en las normas) en 1970. Finalmente, fue robado en Brasil en 1983. Ya en 1966 había sido sustraído de una exposición en Londres, donde se celebraba la final de aquel año.
En dicha final, junto con el primer ministro inglés, estaba un perro, Pickles. Gracias a él el país evitó el ridículo. Desenterró el trofeo envuelto en papel de periódico en un jardín.
El nombre original del trofeo era Victoria y representaba a Niké, la diosa griega de la victoria.
En la actualidad las normas han cambiado. Desde la llegada del nuevo trofeo se estipuló que ninguna selección se quedara con él. Incluso después de ganar tres títulos. Se mantiene en posesión durante los cuatro años entre mundiales y después se recibe la réplica. En cualquier caso, ninguna selección ha ganado el nuevo trofeo en tres ocasiones.