
Después de su expulsión del Clan, de su maldición de muerte, Ayla abandona la caverna y siguiendo el consejo de Iza decide marcharse al norte en busca de los Otros, su gente. El viaje es duro y la soledad cada vez más difícil. Los recuerdos de Iza y Creb, ambos ya muertos, y de su hijo Durc son demasiado duros, pero ella ha decidido vivir a pesar de estar maldita.
Antes de que llegue el frío invierno de la espeta encuentra el valle de los caballos. Una zona de río protegida por altas lomas que se convierte en su hogar. Su soledad se ve mitigada por la compañía de una joven yegua y otros animales, mientras va aplazando su marcha para seguir buscando a los Otros.
Por otra parte también nos cuenta la historia de Jondalar y su hermano Thonolan, de los Zelandoni. Es costumbre de su familia realizar un Viaje antes de "sentar la cabeza" y ellos deciden seguir el curso de la Gran Madre hasta el mar, cruzándose con varias tribus por el camino.
La novela tiene partes muy lentas en las que casi se llega uno a desesperar por un poco de rapidez, aunque en otras la acción te atrapa en la más salvaje cacería. La autora consigue que te queden ganas de continuar con el resto de la saga al dejar un final completamente abierto en la parte más entretenida del libro.