Más de la exposición Fascinados por Oriente. Después del Maneki Neko, algunas de las materias que la cultura china nos ha regalado.
El té
Una leyenda china cuenta que fue "El Divino Cultivador" o "El Divino Granjero" (Shennong), un personaje mítico, el que descubrió las propiedades del té de forma accidental. Cuando estaba descansando junto a un árbol del té, la brisa arrojó algunas hojas en el agua que estaba hirviendo, 2737 a. C.. Se le atribuye la identificación de cientos de plantas medicinales y venenosas, de hecho el té puede ser usado como antídoto contra el envenenamiento de unas setenta distintas especies de plantas. Una leyenda cuenta que tenía el cuerpo transparente y que por eso podía contemplar los efectos directamente. Su nombre se debe a que, según la tradición, transmitió a los antiguos la práctica de la agricultura.
Un principio confuciano reza: "Un día sin té conduce a la pereza y la inactividad. Tres días, al riesgo de enfermedad".
La seda
Era uno de los grandes tesoros de la corte china. Tanto es así que quien revelara su secreto podía ser castigado con la muerte. Su exportación puso en marcha una de las más largas y míticas vías comerciales de la historia, la ruta de la seda. La producción de seda comenzó alrededor del año 3000 a. C., aunque las evidencias más firmes la datan en el año 1300 a. C. Su expansión fue tal que se ha encontrado una fibra de seda en el pelo de una momia egipcia de la 21ª dinastía (año 1070 a. C. aproximadamente).
Pero entre los siglos IV y IX, la producción de seda llegó a Persia, Bizancio y, por último, al-Andalus.
La porcelana
Otro de los secretos mejor guardados de la cultura china. A pesar de que la cerámica nació en el neolítico, se considera que los primeros pueblos que elaboraron utensilios con técnicas más sofisticadas y cociendo las piezas en hornos fueron los chinos. La arcilla, muy pura y blanca conocida como Kao Ling (caolín), se mezclaba con feldespato, cuarzo y agua, obteniéndose una pasta con la que, una vez decantada y tamizada, se modelaban las piezas. Una vez secas y cocidas, se esmaltaban y decoraban a pincel, para volver a cocerlas dentro de cajas de cerámica refractaria que las protegían de las llamas.
Desde el siglo X se produjeron porcelanas directamente para la exportación, según los gustos de los compradores. A través del Islam, llegaron al Mediterráneo.
Hasta el año 1707 no se desveló el misterio. Se descubrió en Meissen (Alemania) una arcilla cuya composición era similar a la de Kao Ling cerca de Jingdezhen, la fuente de la pasta de porcelana china.