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martes, 28 de junio de 2011

Ya estamos de vuelta

En esta ocasión el destino del viaje no lo decidimos nosotros.

Hasta ahora, lo normal era encontrar un sitio que nos llamara la atención en una revista, en la tele o ya conocido y, a partir de ahí, ponerse a buscar un buen vuelo. Esta vez fue el vuelo lo que nos llevó al destino. Uno de esos correos de grandes ofertas de las líneas aéreas que no pudimos dejar escapar.

El destino nos llamaba la atención, pero no estaba entre los que habíamos pensado. Es más, lo habíamos descartado hace tiempo porque pensamos que sería "demasiado" para nosotros... que no es decir poco.

La oferta no llegaba para ir en el mejor momento. Una temperatura media de 45 grados y una humedad que rondaba el 85% todo el tiempo. Han hecho falta unas 10 ó 12 botellas de agua mineral de litro cada día que se perdían por la piel. Incluso las manos sudaban y quedaban pegajosas. Lo que sea por compensar los 20 bajo cero de Uzbekistán.

Gracias a Lufthansa hemos conocido alguna de las cosas más bonitas que hemos visto nunca, sitios impresionantes y monumentos que te dejan sin palabras. Más que los típicos los desconocidos, los que no sabíamos ni que existían.

A pesar de las advertencias de todo el mundo, sí, es un destino bastante habitual (por eso lo habíamos descartado), no hemos tenido ningún problema estomacal.

Nos hemos vuelto a encontrar con nuestros amigos mogoles, con la familia de nuestro descubrimiento uzbeco Tamerlan, con algunos coletazos de la Ruta de la Seda (rutas alternativas) y con un alfabeto, de nuevo, indescifrable. Por primera vez en un viaje hemos ido a un cine a ver una película, pero más por el público, porque no nos enteramos de nada de lo que decían. Hemos dormido en el tren en coche cama, en autobús a 50 grados y, yo incluso, en tuctuc. Hemos vuelto a "disfrutar" de la comida "poco picante". Hemos descubierto una religión con unos templos que son una maravilla y hemos visto una de las maravillas del mundo. Incluso hemos hecho un safari.

A cambio, hemos visto la pobreza más absoluta, la miseria, la suciedad... y el mayor de los lujos: los palacios de los marajás, sus fuertes y los hoteles de cinco estrellas en los que se han convertido, entre los más lujosos de Asia.

Un país lleno de contrastes.

Nos hemos ido a

INDIA

miércoles, 15 de junio de 2011

Despegando

Hoy más al filo que nunca. Escribo desde el aeropuerto, sentado delante de la puerta de embarque de nuestro avión. Parecía que iba a ser más sencillo, pero el proceso de check-in ha sido un infierno. De modernos que quieren ser te obligan a sacar la tarjeta de embarque en las máquinas por lejos que vayas y aunque tengas que hacer escala (esto es una pista).


Volveremos el 27 de junio, así que el 28 diré dónde hemos estado. Son trece días... es intercontinental.

lunes, 13 de junio de 2011

Una vacuna más

Se acerca el siguiente viaje y, como viene siendo habitual hemos hecho la tradicional visita al centro de vacunación internacional.

En esta ocasión, a pesar de que estamos vacunados ya para casi todo, necesitamos una "nueva", en realidad un recuerdo de una puesta hace muchos años, siendo niños. Se trata de una enfermedad prácticamente erradicada en España pero endémica en muchos países del mundo. Y se trata de una enfermedad casi erradicada gracias a las vacunas, esas que ahora están en entredicho y que tantos padres deciden no poner a sus hijos. ¿Qué lleva a un padre a, no tanto arriesgar la salud de sus hijos, como a no protegerla?

Se han publicado estudios que hablan de los peligros de las vacunas y de sus efectos secundarios, pero son varios aislados y sus efectos "primarios" están demostrados. En los varios en los que se trata de nuevas se puede uno plantear dudas, pero otras como la del sarampión o las paperas...

Decir que evitar que el niño se contagie de estas enfermedades provoca que su sistema inmunitario sea deficiente es casi tanto como decir que no queremos médicos porque las enfermedades están ahí para hacernos fuertes. Lo que están provocando es que sus hijos acaben en el hospital con problemas porque esas antiguas enfermedades ni son conocidas por los nuevos médicos ni reconocidas en sus diagnósticos. (elpais.com)

Nosotros por si acaso, ya nos hemos vuelto a vacunar. Una de esas enfermedades que casi no se oyen... pero que los médicos de otras partes del mundo están demasiado acostumbrados a tratar.

viernes, 10 de junio de 2011

Ella, Drácula

Javier García Sánchez nos trasporta a finales del siglo XVI y principios del XVII. De la mano de un testigo, un sacerdote que de niño formó parte de su corte, nos muestra la maldad absoluta.

Los crímenes de Erzsébet Báthory, conocida como "La Condesa Sangrienta" . La historia de una mujer que obsesionada con la idea de inmortalidad y de belleza llegó a asesinar a, al menos, 630 mujeres. Los Records Guinness llegan a cualquier parte, aquí también y es Erzsébet la que ostenta el record de la mujer que más ha asesinado en la historia de la humanidad . El número ya es terrible en sí mismo, pero más terrible aún es el hecho de que antes de asesinarlas las torturaba, puesto que esto era lo que más placer le provocaba, el terror que veía en ellas.

Su alta alcurnia y la época en la que vivió le permitieron cometer esas atrocidades durante tanto tiempo sin que nadie le parara los pies. Era la condesa, la señora, si ella quería que una campesina entrara a formar parte de su servicio nada se podía hacer para evitarlo, además de que era un favor que se hacía a la familia… hasta que las familias ocultaron o enviaron fuera de sus territorios a sus hijas.

La soberbia de la mujer, junto con los estados que alcanzaba a través de plantas, setas y preparados, la llevó a creerse intocable.

El libro es interesante por la historia que cuenta. El párroco se empeña en buscar un motivo para toda la maldad que demostró, como todo humano que se precie. Cualquier asesino es un "enfermo" y siempre hay un motivo para que haya hecho lo que ha hecho (sin recordar que el hombre es un lobo para el hombre). Eso sí, es bastante pesado por la prosa del autor que utiliza un lenguaje francamente rebuscado, que te lleva a usar el diccionario más de lo habitual o, a veces, a dar por entendidos significados.

lunes, 6 de junio de 2011

Indignados

Desde el primer momento me sentí identificado con ellos. Sus propuestas iniciales me parecían fantásticas y más que adecuadas: la corrupción campea a sus anchas entre la clases política y hay que tratar de ponerle coto como sea. Estuve a su lado, no tanto físico, aunque también pasé por Sol varias veces, en todo momento. Hablé de ellos, les hice toda la propaganda que pude entre toda esa gente que no utiliza internet para informarse y que estaba desinformada.

También desde el primer momento estuve con ellos en la idea de que había que mantener la acampada después de las elecciones porque había que demostrar que no se trataba sólo de un "calentón electoral". Se trata de un "basta ya" que lleva años creciendo en las conciencias de la gente. Tampoco me importó que la Comisión Electoral Central la declarara ilegal y allí estuve en el paso del viernes 20 de junio al sábado 21. Gritando en silencio para demostrar mi indignación.

Pero el movimiento no ha sabido, a mi modo de ver, seguir avanzando. Se llevan a cabo asambleas y se toman ciertas decisiones, pero la desinformación cada vez va a más y la gente, a pesar de sentirse identificada con el movimiento, se siente menos cerca de los acampados. Ya se ha dado el primer paso, la gente está despertando, ahora habría que contar con ella.

La cantidad de carteles de las acampadas no permiten ver el mensaje claro. Han quedado difuminados los primeros puntos de consenso entre un montón de advenedizos que han encontrado en las acampadas el caldo de cultivo perfecto para hacer ruido pidiendo cosas que, sin el movimiento, no tendrían ninguna repercusión, o que, a pesar de tenerla, no están relacionadas con él y no hacen más que "descafeinarlo".

El Sáhara occidental, la violencia de género… son todo temas importantes y que no dejan de preocupar a la gente, al menos a algunos, pero que hacen que se pierda la fuerza. Se trataba de luchar contra la corrupción y el control de los bancos de la vida política. De separar el poder judicial del político para permitir que las causas abiertas avancen y no sean paradas por tribunales con intereses partidistas.

Otros temas como las corridas de toros, el vegetarianismo, el amor libre… se enganchan al carro de la publicidad. Asambleas en las que se pasa más tiempo discutiendo sobre qué hacer con los campamentos o parando a los que leen porque utilizan el masculino plural como género neutro, están de más.

El movimiento sigue y seguirá, porque se ha dado el primer paso, el más difícil. Pero la gente se siente menos representada cada día que pasa por los acampados. Las plazas están ocupadas ya no por esa gente que lo hizo al principio con un ideal. Algunos siguen, pero cada vez hay más que no tienen otro sitio donde estar ni otra cosa que hacer.

Mi opinión, siempre discutible, es que habría que abandonar ya las plazas. Ya han sido tomadas y serán siempre nuestras. Ahora hay que tomar las conciencias de la gente que se está alejando. Asambleas y concentraciones semanales con gritos silenciosos en lugares emblemáticos. Manifestaciones convocadas con tiempo y con los permisos necesarios para que la gente que está cerca, pero lejos, vea que hay mucho más que acampados.

Esto no es una dictadura y seguir en la plaza no llevará a ninguna parte más que al desgaste, el hastío y, finalmente, el desprecio del resto de la ciudadanía. Hay otras maneras de protestar y la gente está deseando hacerlo, como se ha demostrado.