Un joven hermoso, más que hermoso ideal, sirve como modelo para el pintor Basil Hallward. La idolatría que profesa el pintor por su modelo es tal que llega al enamoramiento y al amor platónico. La inocencia de Dorian desaparecerá de la mano de lord Henry Wotton, amigo del pintor, gran conversador con su cinismo y sarcasmo. Dorian adquiere conciencia de su belleza frente al retrato pintado por Basil. Se deprime pensando en que la suya desaparecerá con el tiempo mientras que el cuadro la mantendrá para siempre, recordándole cómo envejece. Llevado por un impulso pronunciará la frase que marcará el resto de su vida:
¡Qué triste resulta"! […] Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! Daría…, ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma!
A partir de ese momento el alma de Dorian se verá reflejada en el cuadro. Cada una de las acciones en busca del placer que lleva a cabo tienen su correspondencia en el retrato mientras que él se mantiene joven y “puro”. Su búsqueda del placer como objetivo en la vida y la amistad con lord Henry le llevarán a lugares tan oscuros que avergonzarían a cualquiera. Reputaciones y vidas destrozadas por su influencia, aparecen reflejadas en el retrato, guardado a buen recaudo en la buhardilla de su residencia.
Un interesante libro clásico con un curioso punto de vista: sólo la belleza importa… aunque va cambiando con el desarrollo. Resulta interesante conocer la filosofía de vida de lord Henry, siempre con una respuesta ácida a cualquier tema. Uno de esos clásicos que hay que leer y de los que hay que aprender (con su moraleja incluida).
Para los lectores de Kindle decir que es gratuito, aunque el maquetado es pésimo (saltos de línea donde no deben estar y no están donde deben, fallos en las palabras, errores…)