Algo tan arraigado en nuestro idioma como los adverbios acabados en mente tiene un origen tan antiguo como el latín.
Estos adverbios eran, en su origen, un complemento de modo en la lengua latina. El español serenamente deriva del latín serena mente, "con intención serena", donde mente es una forma (ablativo singular) del nombre femenino mens, mentis, "intención, sentimiento, mente" y serena es el adjetivo serenus, serena, serenum concordado con el nombre.
Con el pasar del tiempo, el adjetivo y el nombre se fusionaron y el hablante ya no percibió el valor originario de la construcción: en serena mente el segundo elemento perdió tanto su calidad de nombre como su significado, reduciéndose a un simple sufijo usado para formar los adverbios de modo: rapida mente--> "rápidamente" (de forma rápida), mala mente --> "malamente" (con mala intención).
El origen latino de los adverbios en -mente, aclara, además, porque se forman con el género femenino del adjetivo: es "rapidamente" porque rapida concuerda con mente que es femenino.