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martes, 13 de abril de 2010

Mudanza

En mitad de nuestro viaje a Nepal la empresa "sufrió" una mudanza. Lo bueno de estar de viaje cuando pasan estas cosas es que no hay que empacar nada ni tampoco deshacer la caja. Lo malo es que puede que alguna de las cosas que había que coger y que estaban en algún cajón perdido se queden allí o se tiren a la basura.

Nuestra nueva oficina está casi en mitad de un pinar. La vista por las ventanas no tiene ni punto de comparación con la que teníamos antes: la carretera de la Coruña con su atasco perenne. El fallo es que no hay una ducha en el baño que nos permita salir a correr a la hora de la comida como hacíamos en los viejos tiempos y ducharnos para seguir trabajando por la tarde. Porque el pinar está llamándonos todo el tiempo: mírame, ¿no sería agradable correr en mí? Aire puro, tierra blanda para las articulaciones…

Hemos ganado en calidad de vida. Además estamos en la misma línea de tren así que no hay mucha diferencia en cuanto a tiempos. Nuestra vida familiar sigue tan irreconciliable con la laboral como antes.

No sé si será algo habitual para todo el mundo, pero esta es ya la quinta o sexta mudanza en otras tantas empresas que vivo. Y, como dice mi jefe, se meten las cosas en una caja. Al llegar al nuevo destino se deja la caja cerrada y, si en seis meses no ha hecho falta abrir la caja para sacar nada, se puede tirar la caja con precinto y todo a la basura. Lo malo es que alguien ha tenido que trasladarla al nuevo edificio para asegurarse de que no valía para nada…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puedes ducharte gratis, en el polideportivo de las rozas.
Antes cobraban un euro, ahora creo que no cuesta nada

Kapo.