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lunes, 1 de marzo de 2010

Vuelos

Las compañías aéreas se precian muy mucho de las ocasiones en que son puntuales. Algunas, como Ryanair que presume de ser puntual en un 90% de sus vuelos, llegan incluso a hacer sonar una fanfarria en el aterrizaje del avión. Esto es como el anuncio del detergente que dice que nos hemos acostumbrado a que algunas cosas no funcionen bien a la primera.

Los horarios de los aviones han pasado a ser casi como los horarios de los programas de televisión: algo meramente orientativo. Todo el mundo sabe que la serie no empezará a las diez de la noche, porque hasta las diez y veinte no acaba el programa el anterior y luego habrá diez minutos más de anuncios. Anuncios durante los que se anunciará una serie que debería haber empezado ya para ese momento. Con los aviones sucede lo mismo. La hora de embarque es un consejo, y la de despegue una sugerencia.

Habitantes de países con la puntualidad por bandera (como puede ser Japón) deben sufrir un choque cada vez que miran los horarios en casi cualquier otra parte del mundo. Pensar que, a pesar de que el horario indique que el tren pasará a las 15:08, es necesario estar allí a las 15:00 no vaya a pasar antes, aunque lo más normal es que no llegue hasta las 15:20 tiene que ser difícil de entender.

Todo esto es mi pataleta porque los aviones este fin de semana han sido bastante caóticos, casi tanto como los trenes: un fin de semana de viaje se queda en un día en destino y dos de traslado (y eso que íbamos a Italia, ¡no a Bali!)