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viernes, 4 de diciembre de 2009

Siesta

La temperatura corporal no es tan constante como se piensa, entre 36º y 36,6º. A la hora de dormir la temperatura corporal disminuye, de manera que desde que nos despertamos comienza a subir de manera constante. Este ascenso alcanza su punto máximo alrededor del medio día, entre las doce y las tres de la tarde.

El cerebro, al igual que el resto del cuerpo, también sufre este aumento de temperatura. Después de este pico la temperatura se reduce, además de que la sangre se centra en el proceso digestivo.

Ambas condiciones provocan la somnolencia post-comida, la típica siesta. El cerebro necesita enfriarse para mantener la capacidad de trabajo (en realidad todo el cuerpo lo necesita y es por eso por lo que se produce la bajada de temperatura general) y recibe menos riego sanguíneo al dedicarse mayormente al proceso digestivo (sobre todo en culturas como la española en la que la comida del mediodía es copiosa).

Eso sí, esa relajación-sueño no debe superar los 10-15 minutos. A partir de esa duración se entra en la fase de sueño profundo en la que se desconecta de la realidad. Si se llega a ese punto recuperar el ritmo y la concentración puede requerir de casi una hora de tiempo, tiempo durante el que nos encontramos irritables y enfadados.

4 comentarios:

Conxa dijo...

entoncés lo hago bien mis siestas diarías, no pasan de 15 minutos.

Y de ahí, el mal del señorito, como dicen no? tener frio despues de comer.

Mi temperatura corporal habitual al igual que mis hijos es de 35º, algo serpientes somos no??

JAAC dijo...

Yo creo que toda siesta es buena, dure lo que dure :-)

la doctora yvonne dijo...

cuán útil me resultó este post. siempre me pregunté por qué estoy desenergizada cuando duermo siestas, (es que cuando las duermo, las hago largas) me pregunto también si esta es la razón por la que mi hija a veces se despierta llorando e irritable de sus siestas..duerme por lo menos dos horas, pero tiene solo dos años..

JAAC dijo...

Bienvenida al blog doctora :-)

Es bastante habitual que tras una siesta de las prolongadas nos levantemos irritados, incluso más cansados que cuando nos acostamos. El sueño profundo desconecta del mundo y la vuelta nos cuesta. Si a eso le unimos que el descanso no es completo, porque no es como una noche de descanso tenemos una mala combinación: nos cuesta volver a conectar y encima no hemos descansado del todo.

Ya lo que suceda en el caso de los bebés se me escapa :-O siempre he pensado que duermen cuando les apetece y todo el tiempo que les apetece.