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jueves, 6 de mayo de 2010

Se va la luz

El progreso va asociado, casi completamente, a la disponibilidad de energía eléctrica. Con el paso del tiempo hemos dejado de valorar el hecho de que al meter una clavija en cualquier enchufe de la pared el aparato comenzará a funcionar o a cargarse. Es algo tan obvio como el que al abrir un grifo salga agua, incluso caliente.

Ver en las noticias que hay países en los que no es tan sencillo acceder al agua corriente o a la luz nos da una idea de nuestra fortuna, pero es totalmente temporal. Lo normal es que haya y no es que nosotros seamos unos afortunados por tenerlo, ellos son unos desgraciados (en el sentido literal) por no poder disfrutar de estos servicios.

Los humanos tenemos la fea costumbre de acostumbrarnos demasiado fácilmente a lo bueno. Supongo que es algo inherente a cualquier ser vivo, pero el ser humano es el que con más rapidez se olvida de su suerte y lo asume como natural.

Preguntas como: ¿Cómo podías quedar con tus amigos cuando no había móvil? ¿Llegar a los sitios sin GPS? ¿Ver la cartelera o incluso hacer la compra sin Internet?… demuestran lo poco agradecidos que somos por las cosas que nos facilitan (aunque algunas veces la compliquen más que otra cosa) la vida. Somos la creación suprema y todas estas cosas tienen que estar a nuestra disposición porque es lo natural.

Viajar a un país en el que se corta el suministro eléctrico 17 horas al día, o a zonas en las que no es que se corte… es que no hay. A países en los que el agua que sale del grifo comunitario ni siquiera es del todo potable, porque viene de un depósito que no se renueva hasta que no se acaba. Nos tiene que ayudar a ver que allí también hay humanos como nosotros y que no disfrutan de las mismas ventajas.

No están ahí porque nos las merezcamos por ser como somos. Están ahí porque alguien ha investigado y trabajado mucho para conseguir primero que existan y, después, porque hemos tenido la suerte de nacer en donde lo hemos hecho.

No hay que dejar de estar agradecido por todas esas cosas, pero tampoco hay que basar nuestra vida en las que no son realmente importantes.