Ayer entrando en el metro vi que había contadores en el andén. No es la primera vez que los veo y también he visto en los autobuses. Su tarea no es hacer preguntas a los viajeros sobre el destino de su viaje, la frecuencia de uso, el tipo de billete que compran,... no, sólo los cuentan.
Me puse a pensar en qué hacer durante una jornada laboral en un andén de metro apretando un botón (llevan un contador mecánico) cada vez que ves pasar a alguien (para coger o bajando del tren, supongo que cada uno tendrá su cometido). La cantidad de detalles en los que se puede llegar a fijar una persona curiosa que tiene que estar ocho horas mirando a la gente pasar:
- Cuanta gente va con cascos oyendo música
- Cuanta gente va leyendo periódicos, libros, revistas...
- Cuanta gente va acompañada y cuanta sola
- Cuanta gente va vestida con traje, con mono de trabajo, con ropa deportiva,...
- Cuanta gente parece que va a trabajar, a estudiar, de fiesta, vuelve de fiesta,...
- Cuantas parejas van de la mano, abrazadas, casi sin mirarse,...
- En qué lugar hace las compras la gente mirando las bolsas que llevan
- ...
Al final llegué a la conclusión de que, aunque tiene que ser un tostón estar tanto tiempo sin ver el sol, sólo viendo gente pasar y metros que llegan y se van, puede llegar a ser un trabajo interesante por un día o dos. Estaría bien que todos nos pudiéramos tomar un par de días de nuestra vida para mirar a los demás y darles una vida que, a la velocidad que nos movemos, ni siquiera nos planteamos que tengan. En el momento que nos montamos en el metro, en el autobús, o andamos por la calle, el resto de la gente se convierten en obstáculos móviles que hay que esquivar.
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