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jueves, 22 de noviembre de 2007

Tiendas

Nunca me ha gustado ir de tiendas. Pero no sólo por el hecho de que, supuestamente, a los hombres no nos gusta ir a las tiendas, no. A mí ir a centros comerciales o tiendas grandes no me molesta, es más me resulta bastante divertido. El problema aparece con las tiendas pequeñas, esas en las que casi nunca hay nadie cuando tú entras. En las que el dependiente te saluda con un Hola en cuanto asomas la nariz. En las que el dependiente se te acerca para preguntarte si te puede ayudar en algo, que no dudes en preguntar, que están para ayudarte,...

Me siento culpable cuando entro a una de estas tiendas y salgo sin comprar nada. Más aún si le hago sacar algo al dependiente para probarme, por cuestión de tallas. Pienso en que luego lo tendrá que volver a doblarlo y guardarlo porque yo no me lo he llevado. Así que, prefiero no entrar. Supongo que es una reacción un poco estúpida y que a ellos no les molestará, al fin y al cabo es su trabajo (aunque a nadie le agrada su trabajo y yo estoy seguro de que si fuera dependiente sí que me cabrearía la gente que me pide cosas para no comprar nada...).

Ningún dependiente puede esperar que todos los que entren en su tienda acaben comprando algo, la efectividad del 100% no existe. Pero sí que hay algunos dependientes que te hacen pensar que sí lo hacen. Dependientes que te ayudan muy serviciales hasta que les dices que sólo quieres un consejo y que no vas a comprar hoy, que estas mirando posibilidades. En ese momento deciden que no merece la pena perder ni un minuto más contigo, que todo lo que te digan lo usarás para buscar el producto que él te aconseja, con su sabiduría, más barato en cualquier otra tienda. No digo que no haya mucha gente que lo haga así, pero también es cierto que a muchos no nos importa pagar más (razonablemente más) por un producto si sabemos que la persona que nos lo vende entiende y volveremos a esa tienda después cuando decidamos cambiarlo.

En el otro extremo también están las grandes superficies. Esas en las que puedes estar horas mirando sin que nadie se te acerque a decir nada y que te costará mucho conseguir que alguien te haga caso si quieres hacer una pregunta. Pregunta que, con suerte serán capaces de responder. Parece que para trabajar en una gran superficie no hace falta saber nada de lo que vendes, sólo estar ahí que las cosas se venden solas. Ir a una gran tienda de deportes para preguntar por unas zapatillas para pronador severo de más de 80 kilos, o en una de electrónica buscar una clavija especial para el cargador de un móvil comprado en eBay que viene con clavija americana,... les provoca un pasmo general y poco menos que te preguntan de qué planeta eres.

Todo tiene su lado malo y su lado bueno. Sería genial que en las grandes superficies pudieras mirar hasta casi decidir y luego poder preguntar a alguien que realmente sabe lo que te cuenta. O, que en las pequeñas tiendas no hubiera vendedores que te mirarán como un ser inferior por preguntar cosas básicas y decir que, por ahora, sólo estas mirando.