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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Nombres

Según muchas pseudo-ciencias (o simples creencias) parte de nuestra personalidad viene definida por nuestro nombre, dato que, de manera habitual, deciden nuestros padres antes de nuestro nacimiento.

El concepto de nombre está presente a lo largo de toda nuestra vida: todos los objetos que nos rodean, ya sean físicos o conceptuales, poseen uno que nos permite referirnos a ellos en nuestra comunicación diaria. Los nombres propios o antropónimos, es decir, los de persona, son estudiados por la antroponimia, que forma parte de la onomástica, que también estudia los nombres de lugares toponimia y del resto de seres vivos bionimia. La onomástica se incluye dentro de la lexicografía que se encarga de estudiar como los signos forman palabras válidas.

Los nombres propios han variado mucho a lo largo de la historia:
  • Los hebreos utilizaban como nombre propio del bebé la primera palabra que decía el padre al verlo.
  • Los romanos, al superar su reducida lista de nombres, utilizaban números, de ahí: Quintus, Sextus, etc.
  • Los católicos utilizaban nombres bíblicos, litúrgicos o virtudes morales, aparición de la ceremonia del bautismo.
  • Los pueblos bárbaros del norte utilizaban las virtudes guerreras como nombre, costumbre que extendieron por toda Europa con sus invasiones del siglo V.
  • El Concilio de Trento consagró la costumbre de utilizar nombres de santos, acabando con nombres muy antiguos.
  • Durante la Edad Media se comenzaron a utilizar los apellidos que indicaban el lugar en el que vivía, la profesión que tenía o algún otro rasgo distintivo.
    • Algunos de los apellidos más comunes tienen su origen en el nombre del padre, así todos los apellidos terminados en -ez en castellano hacen referencia al nombre del padre: Pérez por Pedro, Sánchez por Sancho, Álvarez por Álvaro, González por Gonzalo, etc. En otros idiomas sucede lo mismo: en escocés Mac o Mc; en hebreo el prefijo Ben; en alemán -sen, -son y -sohn; en lenguas escandinavas también -sen y -son; en países eslavos -vich y -vic; etc.
En función de los países la composición del antropónimo varía:
  • En España está formado por un nombre y dos apellidos, que corresponden al primero del padre y al primero de la madre (el orden puede modificarse).
  • En Portugal también se usan dos apellidos pero se antepone el de la madre.
  • En Italia sólo el apellido del padre.
  • En Francia, al igual que en Italia, sólo el apellido paterno.
  • En los países anglosajones las mujeres suelen cambiar sus apellidos de soltera por el de su marido, de esta manera los hijos tienen sólo el apellido del padre.
  • En Islandia y Rusia está formado por nombre, patronímico y apellido.
  • En zonas de Asia como China, Japón, Vietnam o Corea el apellido se antepone al nombre.
Lista de nombres y apellidos más comunes en España, datos del INE.

1 comentario:

centrobebe.es dijo...

La elección del nombre de un bebé es un viaje personal y significativo. Refleja la identidad y la esperanza de los padres. Puede llevar historia, cultura o simplemente amor en su sonido.