Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales Jerusalén. Allí está la muralla y la primera de las puertas. No tenemos ni plano ni nada. El hostal está cerca de la puerta de Jaffa, que creo recordar está cerca de la de Damasco. El neozelandés tiene una foto del mapa de la Lonely Planet. Paramos en la puerta de Damasco (no era la primera que vimos y casi nos tuvo que parar el conductor cuando salíamos todos) y vamos a buscar la que nos interesa: Jaffa.
Atravesamos la ciudad vieja. Esto es bastante decepcionante, es como una calle de playa llena de tiendas de recuerdos, pero la ciudad entera, al menos lo que vemos. En sus orígenes debía ser un zoco de los buenos, también cubierto, pero ahora es como Benidorm a lo bruto. Camino a la puerta de Jaffa pasamos por delante de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde el exterior no llama en absoluto la atención, de hecho hay un cartel que lo indica pero no lo parece.
Localizamos el hostal y nos quedamos una doble con baño compartido por 180 NIS. No aceptan tarjeta de crédito y ya hemos pagado 68 (34 por cabeza) por el taxi así que tenemos que cambiar más. Nos indica un sitio con un cambio favorable: 1 euro 4,98 NIS.
Pagamos y vamos a la oficina de turismo que está al lado. La de la información no es demasiado amable. Nos da un plano y nos marca las divisiones en cuartos de la ciudad antigua: cristiano, armenio, judío y musulmán. Además de las “peleas” entre los barrios dentro de ellos también tienen lo suyo: católicos, ortodoxos, coptos, conservadores, ultra conservadores, liberales,... Nos marca un par de cosas más y nos da otra hoja con los horarios. La cúpula de la roca que está en la explanada de las mezquitas del cuarto musulmán, ya está cerrada hasta mañana. También hay un control de seguridad para entrar, ¿más?
Vamos al monte Sion con la tumba del rey David, la sala de la última cena y un museo del holocausto. Está fuera de la muralla. Lo único que parece real es lo del holocausto. La sala de la última cena es demasiado nueva y la tumba del rey David no es más que una tela de terciopelo azul cubriendo “algo”. A pesar de todo la gente se tumba literalmente sobre ella para rezar, hombres y mujeres separados por un biombo. Para entrar en la tumba aquí son los hombres los que se tienen que cubrir la cabeza. Hay kipás de papel para cubrirse y te piden educadamente que lo hagas.
La sala de la última cena:
El museo del holocausto. En su interior hay una lápida por cada una de las ciudades donde murieron judíos.
Entramos de nuevo en la ciudad antigua y nos acercamos a la ciudadela y la torre de David. Camino a la iglesia del Santo Sepulcro encontramos la Via Dolorosa.
Al entrar en la iglesia del Santo Sepulcro hay una especie de piedra en el suelo que todo el mundo toca. En realidad, más que tocar ponen bolsas encima y la rozan como para conseguir que les trasmita "santidad". No creo que sea nada "real" pero bueno, allá que voy a poner la mano también.
En la planta de arriba, al entrar a la derecha hay una escalera, hay unos mosaicos de la crucifixión, totalmente nuevos, y la gente pasa de rodillas bajo una especie de altar. Parece que alguno está donde no debe y el monje ortodoxo, que es un tipo de casi dos metros, cubierto con su túnica negra y el gorro negro y una buena barba, le echa una bronca que da hasta miedo verle la cara.
Abajo hay dos niveles más. En el primeo hay un montón de incensarios colgando del techo y un mosaico en el suelo, y en el de más abajo están excavando la estructura de la iglesia original.
Después de subir y rodear el ábside encontramos otra enorme sala circular acabada en cúpula. Lo único que hay en su interior es una gran estructura de madera a la que todo el mundo quiere entrar. La cola le da dos vueltas y visto el resto de cosas tampoco nos apetece quedarnos allí esperando para ver algo que dicen que es otra cosa.
Salimos con dirección al monte de los Olivos. El exterior de la iglesia, en el cuarto cristiano, sigue siendo tan zoco como lo demás y está lleno de tiendas de recuerdo. Digno de Benidorm. Nos cruzamos con la Vía Dolorosa que es también calle de zoco, las estaciones están frente a las tiendas, nos cruzamos con un grupo de italianos que lo están recorriendo, parándose a rezar. Nos cruzamos con el convento-iglesia de Ecce Hommo.
Para llegar a la Basílica de la Agonía (Getsemaní) hay que salir de la muralla por la puerta de los leones, la simpática de la oficina de turismo nos lo había marcado. La muralla es de los más curioso que ver en Jerusalén.
En el monte de los Olivos hay unos diez olivos milenarios, parece de los más original que hay en la ciudad. En mitad de los olivos está un equipo de grabación (cámaras, focos, reflectores,...) con un monje rodando algo que será un anuncio o similar y otro de los monjes haciendo fotos del proceso. La basílica es un poco decepcionante por circunstancias ajenas. Se levanta sobre los restos de una bizantina, que fue destruida por los musulmanes, que estaba sobre una más antigua, destruida por los romanos. El caso es que la que hay es de 1.920 y está construida con donaciones de todos los países del mundo.
Cerca, al otro lado de la calle, está la tumba de María. Hay que bajar un montón de escaleras. Todo el techo, incluso la zona de las escaleras, está lleno de incensarios colgando. También hay monjes ortodoxos tan impresionantes como el de la Iglesia del Santo Sepulcro. La "tumba" es una piedra en la que parece que se apoyó el cuerpo de la virgen. Está dentro de una estructura con otra cola de las grandes para entrar. Desde fuera se ve la piedra, hay un cristal, y sobre ella hay un montón de dólares de los turistas.
Detrás del Getsemaní hay una iglesia ortodoxa rusa, con sus cúpulas doradas. La iglesia de María Magdalena que está cerrada. Sólo abre un par de días a la semana. De todas formas seguimos subiendo el monte para tener una vista completa de la ciudad vieja.
Volvemos a entrar en la ciudad vieja por la puerta de los leones y nos dirigimos ahora al muro de las lamentaciones. Por lo que leímos ayer en internet este nombre le resulta ofensivo a algunos judíos que prefieren "muro occidental". Según la tradición es un muro del segundo templo erigido en el monte Moría. El primero de los templos fue construido por Salomón y destruido por los babilonios. El segundo fue construido por Esdras y Nehemías y destruido por los romanos, quedando en pie el muro frente al que ahora se reza. Anteriormente se levantaba allí el tabernáculo, mandado construir por el rey David y que albergaba el arca de la alianza. La tradición judía dice que dentro del monte está la piedra primigenia de la que apareció el mundo y Adán. Primero David y luego Salomón edificaron allí templos. Ahora está la mezquita con la cúpula de la roca, pero rezan esperando la reconstrucción del templo. Para los judíos el muro es el lugar accesible más sagrado del mundo, puesto que a la explanada de las mezquitas no pueden acceder.
Pensaba que estaría cerrado a esas horas. Encontramos un túnel con una señal que indica hacia el muro y entramos para saber cómo llegar mañana. Aquí hay otro control de seguridad. Por toda la ciudad se ven militares armados hasta los dientes constantemente, pero aquí hay que pasar un detector de metales y abren las mochilas para inspección ocular. Al igual que pasaba en la tumba del rey David hay un trozo de muro para hombres y otro para mujeres, más pequeño. Hay una zona para rezo y otra para mirar. Para entrar en la zona del rezo los hombres se tienen que cubrir la cabeza. Hay un montón de judíos rezando. El muro, las grietas, está lleno de papelitos con plegarias.
Buscamos la entrada al monte, para acceder a la explanada de las mezquitas mañana. Uno de los guardias del control, uno simpático que sólo lleva una pistola, nos dice donde está y que no hace falta que madruguemos tanto, que con estar a las siete de la mañana seremos los primeros. Volviendo al albergue encontramos una terraza que da al muro con una vista completa y desde la que también se ve la cúpula de la roca.
Tratamos de ir a cenar a la taberna armenia pero no aceptan tarjetas de crédito y las oficinas de cambio ya están cerradas. Sólo nos quedan 100 NIS. Mañana tendremos que pagar en la frontera (hay que pagar para que te dejen salir del país) unos 130 por cabeza y el taxi-bus hasta la frontera. En un día y medio en Israel vamos a gastar más dinero que en cinco días en Siria y eso que entrar en los templos es gratis.
Visto lo visto, unas galletas en el hostal, cuando no se puede no se puede, y a dormir. Mañana volveremos a Jordania que parece más civilizado y luego decimos que los musulmanes son muy radicales...
8 comentarios:
¡¡Venga, hombre!! Ni se sabe los días esperando a que vayáis a comer a algún sitio decente y dejar la dieta del fuet y las galletas, y ahora resulta que no lleváis pasta.
Menuda decepción.
hoy no te he podido leer con detenimiento, ya lo haré con calma.
Que lo paseis bien en Italia, y ya nos contaras.
Feliz Navidad!!
Que sí que llevábamos pasta Estilista, lo que pasa es que no lo podíamos cambiar los euros :-P
Gracias por tus buenos deseos Conxa, espero que tus fiestas también hayan sido muy buenas
Si, si, radicales del todo!
Menudo mosaico de culturas tienen ahí montado!
Los peregrinos que conozco que han ido han venido flipados, debe ser que la pasión les ciega.
Esos monjes parecen mas gorilas de discoteca que otra cosa :-D
Yo no puedo entender cómo nadie puede quedar satisfecho con esa ciudad. Hay mucha gente que tiene eso como meta soñada, de hecho todas las personas mayores con las que he hablado dicen "qué maravilla, visitar Jerusalén"... y por mucho que les decimos que no merece la pena siguen con la misma idea, que tiene que ser maravilloso.
Los monjes ortodoxos tienen un tamaño, no son como los franciscanos que a uno se le vienen a la cabeza cuando habla de monjes, no.
Honestamente, Jaac, no pagaría ni un duro por ver todo esto. Me parece algo así como Fátima o Lourdes, pero "a lo grande" y encima con tanto militar y tanto cuento. Buf, paso paso paso.
Y encima por lo que cuentas, todo son colas y lo que se ve tampoco es que llame mucho la atención. Lo dicho, mi dinerito a otro sitio.
Lo es. Un "santuario" lleno de negociantes y peregrinos, preparado para hacer dinero de cualquier forma.
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