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lunes, 30 de noviembre de 2009

Gastando

Aprender no es fácil. En realidad ésa es la excepción que confirma la regla: aprender no es fácil, pero aprender que aprender no es fácil es sencillo. Una de las frases más socorridas en este contexto es siempre: nadie nace sabiendo.

Todavía falta un mes, porque ahora toda la publicidad se va en juguetes y colonias, pero cuando el año empiecen volverán a aparecer por la televisión los cursos por fascículos de todo lo habido y por haber. También habrá coleccionables absurdos, pero para gustos los colores. Poca gente acaba estos cursos, y los que lo hacen es más por amor propio que por aprender, después del segundo DVD ya ni se molestan en quitarles el plástico. Lo mismo pasa con las colecciones. No nos paramos a pensar en lo que ocuparán los doscientos coches de rally a escala, o en la utilidad de tener cien abanicos de colección, no tenemos tantas cosas que firmar como para necesitar cuarenta plumas, y sólo tenemos dos muñecas (y normalmente sólo una lleva el reloj).

Los cursos presenciales suelen comenzar como los del colegio, el instituto y la universidad, en septiembre-octubre, aunque también hay intensivos en verano, en navidades, los que empiezan cada mes, etc. Lo más sorprendente de esto es la cantidad de gente que se apunta para dejar de ir a las primeras de cambio.

Estoy acostumbrado, llevo muchos años yendo a gimnasios, a que la gente se apunte poco después de semana santa con la esperanza de tener un cuerpo diez en el verano, o a principios de año siguiendo sus propósitos de año nuevo, y que lo dejen a la primera semana. El ejercicio es sano, pero cansa. Genera resultados positivos, pero requiere tiempo y esfuerzo. La mejor época para los gimnasios son esas fechas en las que muchos "incautos" deciden pagar un año entero de cuota para obligarse a ir y porque la mensualidad será más barata de esa manera. Resultado final: un año de cuota ingresada por el gimnasio con un uso de semana y media en el mejor de los casos.

Pero los cursos son más caros que los gimnasios. Un curso de un año de cualquier idioma supone, con facilidad, unos mil euros. Y la gente es capaz de hacer lo mismo que con el gimnasio: ¡dejar de ir a la tercera clase!

¿Hay más ricos de lo que parece?

2 comentarios:

Conxa dijo...

NO se si habrá mas ricos de lo que parece, pero inestables que culo veo, culo quiero si.

Los buenos propositos de principio de año......que tontería.

JAAC dijo...

Por muy inestable que seas, yo creo que gastarte 1.000 euritos para no ir a partir de la segunda clase implica algo más. Que caprichosos somos todos, pero hacer eso... :-O

En general lo buenos propósitos son una tontería ;-)