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miércoles, 3 de octubre de 2007

Coleccionar

Todo el mundo ha hecho, o está haciendo en este momento, alguna colección. No me refiero sólo a las de los quioscos: entregas por fascículos de enciclopedias junto con el periódico, libros de un autor o de una temática determinada, películas, muñecas, relojes, cromos (fútbol, baloncesto, motos, etc.)... la verdad es que en un quiosco se puede encontrar casi cualquier cosa que se venda poco a poco. Lo que no se puede vender poco a poco de manera natural se rompe para mantener el negocio: trozos de cuerpo humano, de cuerpo de tiranosaurio, de barco de guerra antiguo, de torre Eiffel, ... lo que sea se puede dividir en trozos, y si no, que se lo pregunten a los de Ikea cuando empaquetan sus muebles.

Además de las colecciones típicas (lo que se vende como coleccionable) están las cosas que compramos con cierta periodicidad y que vamos guardando bien porque nos da pena tirarlas, porque no las hemos visto/leído del todo, por si alguna vez nos surge una duda y podemos tirar de ellas... y luego están los que guardan porque sí. Revistas, periódicos, facturas, recibos de banco,...

Luego también existen las colecciones de cosas curiosas. Cosas que no se venden en quioscos o en ningún otro sitio. Éstas son las colecciones por placer: postales, mecheros, sellos, monedas,... las más normales. En realidad se puede coleccionar cualquier cosa y, la aparición de internet, ha provocado que la gente no se sienta tan extraña hablando de las cosas que colecciona. Por raro que sea el objeto de tu colección seguro que hay muchos más en el mundo que también almacenan esos objetos y estarán encantados de compartir sus horas de ocio hablando de ellos contigo. La misma internet ha generado también un mercado gigantesco alrededor de este tema, ahí está eBay y todos sus vendedores de objetos raros y no tan raros.

Yo tengo un par de años de revistas National Geographic, durante un tiempo guardé todas las revistas de Canal+ (con las reseñas de las películas, por si acaso) y algún periódico puntual. Mi padre guardaba los teleprogramas. De los viajes colecciono las monedas de los países a los que voy (lo de coleccionar los billetes es para ricos), toda la información que se recoge en las oficinas de turismo: mapas, recorridos, horarios, billetes de tren, etc. y, a través de mi madre, postales de los sitios que visito.

El resultado final es siempre el mismo: Coleccionar ocupa mucho sitio. Las editoriales parece que no se han dado cuenta de esto y además de la colección de soldaditos de plomo te regalan un mueble para guardarlos, o con los abanicos de colección, los relojes de colección... todo se puede coleccionar y para todo hay un mueble. Y, la mayoría de las veces nunca vuelves a mirarlo. Conozco a mucha gente que guarda monedas pero que las tiene en un monedero que sólo abre para meter nuevas (mi caso).

Eso sí, siempre existe la posibilidad de que dentro de unos pocos, o muchos, años la colección tenga un valor... o hacerla crecer lo bastante como para entrar en el libro Guinness de los records (colecciones).